Compartir depa y afectividad

Hartas del desorden continuado, de las juergas nocturnas, del fútbol y de la cerveza, o de esos subidones de hormonas que hacen inviable el caminar en camisón por la casa, muchas mujeres buscan compartir piso con sus amigos gays por eso de que son, generalmente, más organizados, limpios y comprensivos que sus homónimos heteros, amén de que la tensión sexual se convierte en un campo estéril dentro de la convivencia.

Pero esto son tópicos. Compartir el espacio con alguien es complicado sea quien sea la parte contraria: familia, pareja o amigos. Cuando una decide irse a vivir con un amigo pueden pasar dos cosas: se refuerzan esos lazos o se pierden para siempre.

Para que la segunda opción sea totalmente inviable, hay que establecer unas normas para conseguir una convivencia saludable y duradera. Turnos de limpieza, de compra y cocina; pactos sobre la programación que se verá en la tele o el volumen de la música; o cómo y cuándo utilizar los espacios comunes solos o en compañía; siempre funcionan, independientemente de la orientación sexual del compañero.

Aunque la convivencia entre una pareja hetero/gay tipo tiene ciertas ventajas.

Pros y contras…
Pros
Se convertirá en tu amigo y confidente.
Te aportará afectividad sin tener que comprometerte sexualmente con él.
Compartirá las tareas del hogar.
No intentará acostarse contigo, ni aprovechará cualquier excusa para pillarte desnuda en la ducha.
No le tirará los perros a ninguna de tus amigas.
Irte de compras con él no resultará aburrido.

Pero frente al yin se encuentra el yan. A saber:

Contras
Te puede quitar el novio.
Competirá contigo por quién está más guapa.
El baño será su segundo hogar.

A pesar de todo, mujeres que han vivido la experiencia de compartir piso con su amigo gay, aconsejan la experiencia.