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Detrás de Cámaras de Caballo de Guerra, la realización

CABALLOS EN EL SET: LOS REALIZADORES Y LOS EQUINOS A SU CARGO

Tal como indica el título de este film, los caballos y los lazos que los humanos establecen con ellos se ubican en el centro mismo de la atención del director y productor de CABALLO DE GUERRA, Steven Spielberg. Presentada por DreamWorks Pictures, la película describe el viaje de un caballo perteneciente a una familia granjera y amado por el hijo de ésta, que cuando la Primera Guerra Mundial irrumpe, es vendido a la caballería británica. A medida que el potro cambia de manos durante el enorme conflicto, va modificando las vidas de toda la gente que toma contacto con él.

Pese a que CABALLO DE GUERRA está ambientada en la Primera Guerra Mundial, no se trata de una historia bélica. Como explica la productora Kathleen Kennedy: “Lo que es interesante acerca de este relato es que uno ve al caballo a través de la guerra pero no necesariamente siente que está viendo un film de guerra. No es una historia diseñada para llevar a la audiencia a la línea de combate y que vea qué ocurre allí con estos animales. Se trata realmente de cómo el caballo toma contacto con la batalla, con todos los aspectos de ésta y con la gente que representa ambos bandos del conflicto”.

Contar con equinos en el plató no fue algo nuevo para el director Steven Spielberg, aunque la forma de trabajar con ellos en CABALLO DE GUERRA sí fue totalmente novedosa para él. “No he hecho muchas películas con caballos. Usualmente, tanto en mis films como en las realizaciones de otros directores, los animales son un medio. En Indiana Jones, por ejemplo, un caballo es ‘eso’ que usa Harrison Ford para transportarse. Mi trabajo es enfocar a la audiencia en Indiana Jones, no en su potro de confianza. Por ese motivo, los caballos son algo que se dan por sentado en las películas”, afirma.

“Sé que los caballos transmiten sentimientos con enorme expresión, algo que es sencillo de detectar por la audiencia. Pero las películas usualmente no requieren que sus realizadores pasen mucho tiempo indagando en cómo se siente un equino”, continúa el director.

Cuando Spielberg vio que las marionetas habían cumplido tan brillantemente su función en la puesta teatral de “Caballo de guerra”, comprendió que el motivo de ello fue que no se les pedía a esos muñecos que actuasen como un animal vivo. Simplemente, ellos replicaban el comportamiento de los equinos que todos conocemos pero que, usualmente, no observamos. “Los marionetistas no intentaban darle a los caballos forma o actitudes humanas; eran animales que respondían muy bien a la interacción con los humanos sobre el escenario”, explica. “Yo no sabía si iba a ser capaz de lograr eso en un film, pero lo hice. Bobby Lovgren, nuestro genio de los caballos y quien ya había realizado Seabiscuit con nosotros, se unió al proyecto. Él y su equipo hacen milagros con los animales”.

El actor Tom Hiddleston, quien interpreta al Capitán Nicholls, el oficial de la caballería británica que toma posesión de Joey, el caballo comprado a los granjeros, también entendió luego del rodaje lo enormemente expresivos que son los equinos. “Estoy asombrado por la fuerza del lazo que los caballos crean con la gente. Creo que los animales pueden enseñarte mucho acerca de quién eres. Ellos pueden sentir tu miedo, tu arrogancia, confianza, compostura y paz interior”, expresa.

Jeremy Irvine, quien encarna a Albert, el muchacho granjero encargado de criar a Joey, también se sorprendió al comprender lo muy ‘humanos’ que resultaron los caballos en el set. “Cuando comencé a trabajar con ellos en esta película entendí lo humanos que son. En ese sentido, no se parecen a ningún otro animal. Tienen cualidades humanas y creo que algo en nosotros, los hombres, también conecta fácilmente con los caballos. Después de pasar unas cuantas semanas con ellos tus sentimientos hacia los equinos son enormes”, comenta.

El director Steven Spielberg resume cómo fue trabajar con estos preciados animales en CABALLO DE GUERRA: “Quiero creer que los potros sabían exactamente lo que hacían y que interpretaron sus papeles tal como Emily Watson o Peter Mullan interpretaron las suyas. Todos eran actores. Por momentos, en la película, yo ni siquiera expresaba qué era lo que tenían que hacer los caballos. Ellos estaban en una escena y reaccionaban por sí mismos, de formas inimaginables y perfectas”.

LOS CABALLOS DE CABALLO DE GUERRA

La búsqueda de animales que pudieran cumplir con las actuaciones esperadas para la pantalla gigante tomó diferentes caminos, pese a ser muy específica. Aunque la mayoría de los equinos provino de Europa –mayormente animales andaluces y warmbloods- Finder es un purasangre propiedad del entrenador Bobby Lovgren, que llegó al plató desde Estados Unidos. Él era el único que tenía experiencia previa de trabajo en libertad (es decir, sin el uso de restricciones) durante rodajes. Tal como explica Lovgren: “Finder fue el único animal con ese tipo de experiencia. Por ello, era siempre nuestro reemplazo si algo cambiaba en el rodaje o si teníamos que hacer algo diferente”.

Hallar a los personajes equinos de la película era relativamente sencillo. Sin embargo, encontrar a todos sus dobles fue la parte realmente compleja. A diferencia de lo que ocurre con los seres humanos, las audiciones no funcionan con los animales porque los realizadores nunca están seguros de si el animal actúa por su cuenta o influenciado de algún modo por su dueño. Por ese motivo, para CABALLO DE GUERRA la producción confió en el boca a boca y recurrió a animales recomendados. “Es importante conocer al potro antes de comenzar, porque los tiempos para preparar a los animales antes de un rodaje suelen ser breves”, afirma Lovgren.

Se requirieron catorce ejemplares para interpretar el papel de Joey, el protagonista del film, ya que la historia sigue al animal desde que es potrillo hasta sus años de adultez. Básicamente, se requirió de un potrillo, un equino de un año de edad, un adolescente y un caballo maduro, y de todos sus correspondientes dobles, especializados en distintos trucos o movimientos.

Bobby Lovgren admite que trabajar con los potrillos fue la parte más compleja de su tarea en el film. “Diría que mi mayor desafío fue el trabajo con los potrillos porque es prácticamente como filmar con niños pequeños. Ellos se cansan con rapidez, por lo cual se necesitan varios dobles. Afortunadamente, yo ya había hecho varios films con animales muy jóvenes y la experiencia me ayudó, pero no son fáciles de manipular. Por otra parte, son tan pequeños que uno no puede pasar mucho tiempo entrenándolos y preparándolos como haría con un caballo adulto porque son muy inmaduros mentalmente y porque no tienen completo dominio de su cuerpo”.

En CABALLO DE GUERRA, muchas de las escenas con animales fueron complejas e intensas. Los entrenadores debían generar mucha emoción en los caballos y hacerlos lucir felices, tristes, asustados, etc. Lovgren recuerda: “Hacer que los animales lucieran de todas esas maneras fue complicado. Cosas que pueden ser sencillas para un actor humano no lo son para un animal. Por ejemplo, lograr que un caballo se quede parado, quieto y en soledad, es algo tremendamente difícil porque los equinos normalmente no adoptan esa postura. Trabajar con un animal en movimiento es siempre más sencillo que hacerlo con uno que necesita quedarse quieto”.

El equipo de producción montó un departamento ecuestre con toda la gente necesaria para cuidar y entrenar a los caballos participantes del rodaje, desde estilistas, jinetes e instructores hasta maquilladores encargados de replicar las marcas características de Joey en cada caballo utilizado como doble.

“Es un enorme emprendimiento y consume mucho tiempo en el proceso del rodaje porque hay que pensar que estos animales requieren cuidados especiales y porque también se cansan como cualquier otro actor”, indica la productora Kathleen Kennedy. “Usualmente tenemos que tener preparados a varios caballos que puedan tomar el lugar de otro si es necesario. Además, por ejemplo, para las escenas de las cargas de caballería precisamos más de un centenar de animales”.

LA SEGURIDAD, EN PRIMER TÉRMINO

El director y productor Steven Spielberg insistió desde el inicio de la producción con que los equinos debían permanecer a salvo en todo momento durante el rodaje. Su deseo era que ningún ejemplar sufriera siquiera un rasguño. “No quería sentir la espada de Damocles pendiendo sobre mi cabeza por el resto de los días porque yo adoro a los caballos”, dice. “Aún cuando en la película hay cierta violencia, tanto hacia los animales como hacia los hombres, no quería que nadie saliera lastimado”.

Para reforzar que el trabajo de los caballos en el set se realizara con la máxima seguridad, Spielberg solicitó al entrenador, Bobby Lovgren, que evaluara cada acción propuesta desde el guión para los equinos. Si, a su criterio, alguna de éstas resultaba siquiera dudosa desde el punto de vista de la seguridad, el trabajo de Lovgren era advertir al director y proponer nuevas formas de realizar la escena, poniendo por delante el resguardo de los animales.
Las secuencias de la guerra representaron un desafío especial en ese sentido. Lovgren explica qué pasos se siguieron para garantizar que todo saliera bien: “Antes de filmar una escena, preparábamos la toma con el primer asistente de dirección y decidíamos cuál era la mejor forma de realizarla, con los caballos en mente. Nos aseguramos de que nada fuese peligroso para ellos. Todo el armamento que se utilizaba en la Primera Guerra Mundial y hasta el alambre de púa que vemos en el film fueron falsos”.

La organización American Humane Association también tuvo una activa presencia en la filmación gracias a la participación de su representante, Barbara Carr, quien estuvo allí cada vez que una escena involucraba la participación de un caballo. Spielberg explica: “Le di a Barbara la total libertad y la decisión de parar el rodaje si sentía que alguno de los animales no estaba apto para alguna escena o si había algún potencial daño involucrado”.

El director compartió con Carr el planeamiento con los dobles o de las escenas de acción que los caballos debían representar. También le dio la oportunidad de visualizar los ensayos en cámara lenta, hechos paso a paso, para que pudiera determinar si, a su criterio, el caballo estaría a salvo durante esa escena.

Resumiendo, la unidad de Film y TV de American Humane Association pasó 1100 horas en los sets de CABALLO DE GUERRA en Inglaterra y en California, EE.UU., y protegió a más de un centenar de caballos. La producción de este film cumplió con las ‘Normas para la segura utilización de animales en medios audiovisuales’ establecidas por dicha asociación y logró la más alta calificación de la entidad: ‘Monitoreo: excelente. Ningún animal sufrió daños’.

EL IMPACTO DE LOS ANIMALES EN LA HISTORIA DE CABALLO DE GUERRA

Los caballos son una parte integral de esta historia, en varios niveles. En primer lugar está la relación y el inquebrantable lazo entre el heroico caballo, Joey, y Albert, el muchacho que cuida de él apenas llega a la granja. “Creo que ese vínculo fue siempre muy importante y fue lo que nos atrajo, en primer término, a este proyecto, que es una celebración en todo sentido”, asegura Kathleen Kennedy. “Es el reconocimiento de que esta relación puede prevalecer contra todas las vicisitudes. Lo que, a mi entender, es tan sentimental de esta historia es que uno, como espectador, desea tanto que ese animal y ese muchacho puedan volver a reunirse”.

Para Spielberg, si los caballos estaban en manos de los ingleses o de los alemanes no era relevante. El elemento clave era la forma en la cual los personajes empatizaban y conectaban con los animales. “Creo que, en general, la gente que está cerca de los caballos conlleva una gran dosis de sensibilidad, especialmente aquellos que están directamente a cargo de los equinos, de alimentarlos y atenderlos”, afirma el director. “Por lo tanto, para esta película decidimos no interesarnos por si los personajes estaban del lado inglés o del alemán en el conflicto bélico; no nos interesa mostrar quién estaba acertado y quién no. Sí queríamos mostrar cómo los personajes se relacionaban con los animales. Ellos no interponían en esa relación las tendencias políticas; su principal preocupación era el cuidado y la seguridad de los caballos. Eso fue algo muy, muy importante y creo que es lo que aporta mayor sensibilidad a este particular estilo de historia bélica”.

Kathleen Kennedy agrega: “Creo que el relato muestra con efectividad que hubieron muchísimas víctimas inocentes durante la Primera Guerra Mundial. Que un animal represente esta travesía a través del conflicto es una forma de entender lo que deben haber sido los horrores de esa guerra”.

A sentir de los realizadores, la audiencia concentrará su emoción en Joey, el caballo, y esto les permitirá ser testigos de la guerra pero a la distancia. Tal como Kennedy sugiere: “A todos nos importa lo que le ocurre a ese animal. No sé por qué, pero creo que con esta historia la gente proyecta en el caballo todas sus emociones”.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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