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Vegetarianos – EL MITO DE LAS PROTEINAS

Muchas veces la mención del vegetarianismo provoca una reacción fácil de predecir: “¿Y de dónde obtendremos las proteínas?” Ante esta pregunta, el vegetariano podría contestar: “¿Y de dónde las obtiene el elefante, el toro y el rinoceronte?” Ambas ideas, la de que la carne tiene el monopolio de las proteínas y la de que se necesitan grandes cantidades de proteína para tener fuerza y energía, son mitos. Al ser digeridas, la mayoría de las proteínas se disgregan o descomponen en sus aminoácidos constituyentes, los cuales son reconvertidos y usados por el cuerpo para el crecimiento y reemplazo de tejidos. De estos veintidós aminoácidos, todos, a excepción de ocho, son sintetizados por el cuerpo mismo, y esos ocho “aminoácidos esenciales” existen en abundancia en alimentos que no son precisamente la carne. Los productos de consumo diario, los granos o los cereales, los porotos y las nueces son todos fuentes concentradas de proteínas. El Queso, el maní, las lentejas contienen más proteínas por kilogramo que la hamburguesa, el cerdo o el bife.
Otros numerosos estudios han mostrado que una dieta vegetariana adecuada proporciona más energía nutritiva que la carne. Aún más, un estudio realizado por el Dr. J Lotekyo y V. Kipani de la Universidad de Bruselas, mostró que los vegetarianos son capaces de ejecutar pruebas físicas dos o tres veces más prolongadas que los comedores de carne antes de agotarse, y que se recuperaban de la fatiga en un lapso de tiempo equivalente a la quinta parte del tiempo necesitado por los comedores de carne.
El comer comienza por las manos y la boca, ¿qué nos dice la anatomía de estas dos partes del cuerpo?. La dentadura humana al igual que la de las criaturas herbívoras, está diseñada para triturar y masticar materia vegetal. El ser humano carece de los agudos colmillos para desgarrar la carne. Los animales que comen carne por lo general tragan sin masticar su alimento, y por esto, no necesitan de molares o de una mandíbula capaz de moverse lateralmente. También la mano humana, carente de uñas afiladas y con su pulgar opuesto es mucho más apta para la recolección de frutas y vegetales que para matar una presa.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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