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El egoísmo en los niños: ¿cómo enseñarles a ser considerados con los demás?

Entender que no somos el centro del universo y que cada persona tiene necesidades propias, así como derechos y responsabilidades tiene que ver con el valor de la sensibilidad.
Este concepto significa evitar el egoísmo y aprender a sentir lo que otros sienten. Es empatía, tolerancia, fraternidad y capacidad de percibir, e incluso de anticipar, las necesidades de otras personas. Es estar alerta y activos en aquellas situaciones que requieren de mayor atención o enfoque e incluso que requieren de nuestra intervención, ayuda o apoyo.

Es difícil para nuestros hijos pequeños entender que no son el centro del universo, sobre todo cuando, por un tiempo, fueron el centro de nuestro universo en la etapa en que eran recién nacidos y que dependían de nosotros al 100% para satisfacer todas sus necesidades, o hasta que llegó el hermanito, o que regresamos a trabajar, momentos en el que fue necesario establecer límites y enseñarles a esperar un poco para ser atendidos y a posponer la gratificación.

Para Patricia de la Fuente, directora general de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil, El hecho de que los niños acudan a un centro educativo, contribuye a sensibilizarlos más rápidamente para entender la estructura de una pequeña comunidad.

“En espacios como la escuela aprenden que hay que esperar turnos para jugar, para comer, para contestar, para participar, etcétera. De igual manera, van desarrollando el concepto de compartir, tanto la atención de los adultos, como el espacio físico o los objetos”.

Sin embargo, la especialista menciona que como papás que trabajamos, frecuentemente “echamos a perder” el desarrollo de la sensibilidad en nuestros hijos porque manejamos inapropiadamente la culpa que surge por dejarlos en la guardería o la escuela y muchas veces compensamos con regalos y objetos, o siendo demasiado permisivos o flexibles con la disciplina, entre otras cosas.

Para desarrollar el valor de la sensibilidad en los hijos Patricia de la Fuente recomienda tomar en cuenta lo siguiente:
El ejemplo que le des a tus hijos vale más que todas las palabras. Al mostrar sensibilidad y tacto consistentemente, serás su mejor maestro. No olvides que: “La palabra convence, pero el ejemplo arrastra”.

Utiliza las historias clásicas o las de moda para hablar de la sensibilidad, como por ejemplo Quasimodo, en el Jorobado de Nuestra Señora o la Bestia, de La Bella y La Bestia. En casi todas las caricaturas, cuentos, películas o historias, existe una lección sobre la sensibilidad, de cómo la vida del personaje pudo haber estado mejor si alguien mostrara mayor sensibilidad.

Cuando nuestros hijos tienen contacto con la gente mayor, o con gente con necesidades o capacidades diferentes, o sencillamente cuando alguien que necesita ayuda en un momento dado, aprovecha esta experiencia de la “vida real” para involucrarlos.

Habla de la empatía en términos que ellos puedan entender. ¿Cómo crees que se sintió tal persona en esta circunstancia? ¿Qué harías tú? ¿Qué podemos hacer para que se sienta más querido o más apreciado?

Por medio de tu ejemplo, sé más considerado con los demás en el tráfico, podemos decirle a nuestro hijo, “¿Ves este señor esperando salir de su casa? Vamos a parar y darle una oportunidad de salir”. Cuando estés en algún centro comercial, deja que pasen otros primero por la puerta, o en el pasillo. Cuando la gente se sorprende y te dice gracias, diles a tus hijos que digan “De nada”. Hazlo un juego. En el súper, ten paciencia y deja que pasen otros primero.

Para ser realmente efectivos, debemos hacer todo lo anterior con conciencia y con enfoque, de manera sistemática, para que los niños primero observen y luego imiten. En poco tiempo lo harán un hábito. Ellos en primer lugar y el mundo por consecuencia, se beneficiarán con nuestro ejemplo, y nuestros hijos serán personas más agradables para los demás y para ellos mismos, si son sensibles y considerados.

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Yesica Flores
Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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