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El 68 como experiencia artística

Se ha dicho, escrito y filmado mucho acerca del Movimiento Estudiantil de 1968. Hay tan poca información oficial sobre aquella represión, que es difícil encontrar nuevas formas de contar los acontecimientos. Pero JM Cravioto lo logró. Y todo gracias a Olimpia (2019), un largometraje animado que retrata el pensamiento liberal que impregnó a aquellos jóvenes que clamaron por un país libre de injusticia y autoritarismo.

En esta película coproducida por la UNAM y retocada cuadro por cuadro por dibujantes y pintores, se cuenta la historia de Raquel (Nicolasa Ortiz), Rodolfo (Luis Curiel) y Hernán (Daniel Mandoki), tres jóvenes que participaron en las brigadas estudiantiles de 1968. Contrastados entre ellos mismos por sus condiciones socioeconómicas, emprenden una lucha por la libertad que muchas veces creen perdida. Una batalla que, claramente, tiene un enemigo identificado: la autoridad. A veces ésta es representada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, el ejército o el cuerpo de granaderos, y otras por los maestros o los padres de familia.

Olimpia no sólo es una experiencia artística: también es una reflexión sobre lo que significa ser joven y soñar con un mundo mejor. ¿Es posible lograr la utopía? Es la pregunta que se hacen los personajes en esta cinta que, según su director, es un thiller, porque la emoción mantiene al espectador al filo de la butaca en todo momento.

Rodada principalmente en las instalaciones de Ciudad Universitaria, Olimpia se alinea a la tradición del cine de denuncia social al estar basada en historias reales, que van desde alumnos atrapados en los baños de las escuelas durante días y jóvenes confinados en Lecumberri hasta cuartos secretos donde se revelaban las fotografías que comprobaban los abusos del ejército hacia la comunidad estudiantil.

Cravioto no se queda en la superficie del movimiento social. Son muchas las formas en las que explora la mente de aquella generación. En toda la cinta hay referencias sutiles y no tan sutiles a lo que leían y escuchaban los jóvenes de aquella época: la música de los Beatles, los libros de Sartre, las playeras del Ché Guevara.

“No intento dar una explicación de los sucesos, sino qué pensaban los jóvenes de ese tiempo que salían a las calles. Siempre me ha impresionado que hubo hordas de gente de todos los estratos sociales, de todas las escuelas, de todo tipo de familias, que se manifestaron en la vía pública, por lo cual me he preguntado: ¿qué los motivo a salir?”, dijo el realizador en una entrevista con la revista Proceso.

Egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, Cravioto centra su película no en la fatídica tarde del 2 de octubre, sino en los días en los que el Ejército mexicano invadió Ciudad Universitaria, violando la autonomía de la máxima casa de estudios y los derechos humanos de decenas de jóvenes, quienes fueron encerrados y convertidos en presos políticos.

Olimpia es, además, un documento fundamental para entender el Movimiento Estudiantil. Las fotografías o los videos que se muestran provienen de los acervos de la Filmoteca UNAM, de TV UNAM y del semanario Proceso. También hay imágenes del único testimonio audiovisual existente sobre el movimiento desde dentro: El Grito (1968), documental mexicano dirigido por Leobardo López Arretche y el cual fue realizado gracias a la valentía de muchos alumnos del CUEC que, con sus cámaras de 16 mm, arriesgaron sus vidas al filmar los mítines, las juntas del Consejo Nacional de Huelga, las marchas y hasta los trágicos sucesos ocurridos el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

“A algunos de los personajes de la película los conocí estudiando cine en el CUEC, algunos eran maestros míos que me contaron de viva voz sus experiencias. Mi papá que tenía 16 o 17 años en el 68, me contaba que mi abuelo no lo dejó salir, mi abuelo era militar. Leyendo y al contagiarme de la energía de la palabra escrita, la energía de los poemas que se escuchaban, de la música, me di cuenta que ahí estaban esas voces que no se habían visto como tal”, comentó Cravioto, quien también es reconocido por haber dirigido el documental Seguir siendo: Café Tacvba (2010).

Desde su inicio, Olimpia fue concebida como una película con altos sentidos de pertenencia hacia la comunidad estudiantil. Por eso, Cravioto quiso que el filme fuera retocado manualmente por profesores y estudiantes de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNAM. En total fueron alrededor de 100 personas las que con sus técnicas de dibujo e ilustración trabajaron durante ocho meses en la animación de la película.

“Desde el principio sabíamos cómo queríamos que se viera la textura, queríamos que fuera algo cercano al óleo, una experiencia plástica”, señaló Cravioto.

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Yesica Flores
Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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