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El Mandil de la Abuela

Al momento de realizar la investigación para esta nota, salieron numerosas fuentes sobre los posibles orígenes del uso del delantal o mandil. Trataré de ordenar las ideas y colocarlas con sumo respeto para homenajear a esas mujeres que han hecho historia en nuestras vidas, las abuelas.

El delantal como su nombre lo sugiere, es lo que esta al frente de la vestimenta de la persona. También se conoce como mandil. Lo han portado numerosos actores sociales que realizan faenas de diversa índole desde las más sencillas a las difíciles. Al observar diversas fuentes de imágenes como evidencias del uso de esta prenda, descubrí algunos atuendos, griegos (II milenio a.C.), etruscos (siglos VIII a III a.C.)  romanos (siglo VIII a. C.), dónde además de las túnicas aparecen unos complementos que cruzan por delante, estos son conocidos como togas y se usaron de diversas formas.

Los textiles, no son solo pedazos de tela puestos en el cuerpo forman parte del entramado simbólico, discursivo e ideológico de la organización social de donde proceden o se utilizan. El delantal tiene una raíz latín: de-in-ante (de-enfrente-a). Numerosos cargos sociales usaron un mantile o un avantal, molineros, herreros, campesinos, barberos, médicos, sacerdotes, francmasones, etc. En la obra de Miguel de Cervantes en La ilustre Fregona menciona según cita de Sebastián de Covarrubias en el Tesoro de la lengua castellana de 1611: Es levantal que las mugeres de servicio se ponen delante por no ensusiar los suyos. Lo que nos deja entrever que las ropas se tenían que cuidar pues no existían las comodidades modernas para lavar y arreglarse la ropa.

En cuanto al mundo de indumentaria en el México precortesiano, se utilizaba la tilma. En el diccionario de aztequismos aparece la palabra tilmatli (manta rala), dependiendo de la fibra de su fabricación también se llamaba ayatl o ayate. Quizá ese sea un posible origen de esta prenda llevada al frente de este otro lado del mundo.  Lo que vemos al paso del tiempo, particularmente después de la invasión ibérica, es qué el delantal era utilizado por todas las clases sociales. Particularmente en las tareas de la cocina, que era uno de los elementos culturales preponderantes. A las mujeres se les condicionaba como características o rasgos el saber cocinar para ser seleccionada como esposa.   

Hay una pintura de 1860 de Edouard Pingret, El Guitarrero. Dónde parecíamos a un músico con un delantal al frente, lo describo: el delantal va del cuello a por abajo de la rodilla, debajo de este mandil esta una camisa y pantalón de manta y sobre de este un sarape. Lo que me hace desvariar sobre los usos de esta prenda en la vida cotidiana de México. Pero retomando los usos del mandil podemos recordar precisamente a las abuelas, el mandil que usaban era una prenda elegante. Había unos deshilados, en algodón, otros en lino super elegantes y otros en telas vaporosas. Muchos eran bordados por las diferentes técnicas ancestrales del bordado en México comunicando en los diseños ideas y precogniciones del mundo de la mujer.  

El mandil paso de ser una prenda de trabajo a parte de la indumentaria cotidiana de la mujer, de esa administradora del espacio, tiempo y recursos de un hogar. Esta prenda representa la participación de la mujer en un modelo económico. Las faldas o las enaguas no traían bolsillos como los pantalones de los hombres, los overoles de trabajo o los jumpers, que no eran prendas destinadas al género femenino. Esta pequeña diferenciación en los vestidos de antaño, hacia que la participación y funcionalidad de la mujer en las tareas de las casas les hiciera usar bolsos aparte, lo que les restaba productividad y agilidad en las tareas. Mi teoría es que el delantal vestía del cuello a la rodilla, y traía bolsos amplios, donde podían poner, las llaves, las monedas, la mamila del hijo, un pañuelo, las tijeras, un segurito de metal, en fin, tantas cosas necesarias para las tareas de un hogar.

Los mandiles se fueron personalizando, y adquirieron elementos estéticos y funcionales. De estar en la intimidad de la casa salieron a la calle como parte de la vestimenta e indumentaria de la mujer moderna. En los mercados había tiendas especializadas en vender delantales para las abuelas. Y si paso a ser un elemento distintivo de las abuelas, las que no usaron la minifalda, ni el pantalón y siguieron entregadas a las no menos importantes y demandantes tareas del hogar.

El delantal fue colocado a las abuelas del siglo XX desde la instrucción escolar, los impusieron a las enfermeras, a las educadoras, a las trabajadoras domésticas, cocineras, recamareras y mucamas. El delantal fue parte de la indumentaria de la división de tareas y trabajos del siglo XVIII al siglo XX. Estas mujeres además que cocinar, tejían, bordaban, estaban metidas mucho tiempo en la cocina, y quizá unos vean en esto una pérdida de tiempo, pero era también un modelo económico al no generar gastos y al ellas mismas maquilar la ropa de la familia y hacer sus propios diseños de mandil. En ellos comunicaban sus frustraciones y sus ensoñaciones.

Con el mandil se limpiaba el plato de salpicaduras al servir los alimentos, se secaba un traste, se limpiaban las manos para tocar un objeto, en fin, sus usos son variados y quizá las abuelas podrían recordarnos para que mas los utilizaban. Querida lectora y apreciado lector corran con sus abuelas y pidan que les cuenten para que servía el delantal. Acá entre nos, yo creo siguen muy vigentes porque he visto algunos en las sex chops.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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