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El MODO presenta la nueva exposición: Objetos y literatura

Coincidiendo con los 11 años de la fundación del MODO, Luis Rodríguez curó y diseñó Objetos y literatura; como él afirma “La colección es tan vasta y diversa que permitió hacer un ejercicio narrativo. A partir de una selección de textos literarios, de autores de distintos países y épocas, la exposición es una invitación para asomarse a la vida de los objetos, más allá de su función utilitaria”.

Alrededor de 800 objetos, desde canicas a herramientas, pasando por plumas, ventiladores, gramófonos, sextantes, empaques y más, provocan asociaciones con los textos de Octavio Paz, Elena Poniatowska, Jorge Luis Borges, Irene Vallejo, Julio Verne, Nellie Campobello, Juan Villoro y Lewis Carroll, entre otros. Cabe resaltar que, al servirse de la literatura para narrar el acervo del museo, la exposición resulta un instrumento innovador para el fomento a la lectura.

“Desde hace tiempo buscábamos la manera de unir dos de nuestras grandes pasiones, la literatura y los objetos –afirma Paulina Newman, directora del MODO–; creemos que con esta exposición nuestros visitantes disfrutarán un recorrido entrañable y divertido, acercándose a nuestro acervo desde otros ojos: los de más de cincuenta autoras y autores de la literatura universal”.

Núcleos temáticos de la muestra:

1. El mundo existe para convertirse en libro

Los escritores Stéphane Mallarmé, Mía Couto e Irene Vallejo reciben al visitante con sus interpretaciones del mundo como un texto. Plumas, tintas, pinceles e instrumentos de la escritura acompañan a Ana María Shua, ganadora del Premio Iberoamericano de Minificción, Juan José Arreola 2016, y a Murasaki Shikibu, autora de la novela más antigua de la literatura japonesa. La primera sala alude la Oda a las cosas de Pablo Neruda, mientras Las cosas de Jorge Luis Borges reflejan la nostalgia y el apego por objetos simples, pero significativos. Otras piezas evocan a Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Pedro Salinas, Fabio Morábito y la poeta serbia Branca Vinaver.

2.  La vida de los objetos

Hay objetos que nos miran, dicen Paul Valéry y Eloy Tizón; que tienen lengua y dientes para mordernos, señala Ángel Crespo, y así nos aleccionan para no ver del mismo modo a un maniquí o una muñeca de porcelana. “La música, que buena es”, indica Brenda Lozano para relacionar el fonógrafo de Edison con sus discos de cera, una caja Calíope, un gramófono y su versión de bolsillo de 1924.

Salen al encuentro cajitas musicales, objetos de relojería y hasta el antecedente de la hoy conocida libreta Moleskine: un cuaderno Ideal. Un meteorito es acompañado por un texto educativo de finales del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana, escrito por Annie Carey. En otra sala, cajetillas de cerillos iluminan el pasado de Juan José Millás; las balas del ABC, de Mónica Cazón, bailan con las de Martín Luis Guzmán a La sombra del caudillo; y Nellie Campobello habla de un Cartucho, quien confiesa su dolor de amor. Por su parte, La tlapalería de Elena Poniatowska es motivo para explorar herramientas de trabajo.

3. Alicia en el país de las maravillas

¿Cuántas asociaciones conscientes e inconscientes se pueden hacer al hablar de los personajes del clásico de Lewis Carroll? Esta sala “cae” por la madriguera del conejo, personaje con chaleco, guantes, reloj de bolsillo y bastón, para salir al encuentro del Sombrerero Loco, las flores parlantes, la Reina de Corazones o la enigmática oruga azul, posada en ese hongo rojo con puntos blancos, común en algunos cuentos infantiles.

4. Viajes

Julio Verne, pródigo en crear mundos lo mismo que instrumentos para transitarlos, permite reunir objetos de viaje de la colección: maletas miniatura, postales, mapas o sextantes, para navegar por etiquetas y empaques con referencias a Gulliver, viajero reinterpretado por Alexis Figueroa Aracena, lo mismo que a Jonathan Swift. Al lado, Irene Vallejo afirma que “toda biblioteca es un viaje”, Claudia Masin propone cartografías íntimas para recorrer la casa y T. S. Eliot evoca el viaje circular, para siempre regresar al punto de partida.

5. Palinuro de México

La literatura dota a los objetos de personalidad, como si un conjuro alquímico transmutara las cosas. Así, con La muerte de nuestro espejo, en Palinuro de México, Fernando del Paso da cuenta de por qué hay objetos tan particulares, y a veces tan extraños, a los que se les tiene afecto e incluso respeto.

6. El principito

En medio del desierto del Sahara, un piloto que ha sufrido una avería se topa con otro viajero, un niño al que llamará El principito y para quien hace dibujos destinados a su flor, una rosa. El pequeño narra el viaje desde su planeta, el asteroide B-612, rico en encuentros singulares: con un rey sin súbditos, un borracho que bebía para olvidar que lo era, un hombre de negocios que contaba estrellas sin parar o un geógrafo que nunca había viajado. Los objetos reflejan esta historia en apariencia sencilla, pero profunda, sobre el valor de “lo invisible para los ojos”, como el amor y la amistad.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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