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Hipocondríacos

Hoy en día, la cantidad de peligros que nos acechan hace que en ocasiones nos sintamos atemorizados. Todos nos hemos asustado por alguna dolencia que ha aparecido de repente y sin motivos aparentes y, aunque es importante acudir al médico si apreciamos alguna anomalía, no hay que caer en una constante preocupación que roce la hipocondría.
Aunque se bromee mucho acerca de este tema, la hipocondría es una enfermedad psicológica que puede llegar a ser un problema de gravedad si los síntomas son muy fuertes. Los hipocondríacos viven en un estado de sufrimiento ante el miedo a enfermar. Las personas que padecen este trastorno se autodiagnostican dolencias, interpretando los síntomas de manera exagerada, que aunque no estén avalados por un examen médico, hacen que se encuentren ansiosos y que deformen su percepción de la realidad. Por ejemplo, un lunar puede ser para ellos el principio de un cáncer de piel; una simple erupción cutánea, un herpes zóster; una taquicardia, el prolegómeno a un infarto de miocardio; un dolor de cabeza, la consecuencia de un tumor cerebral. Y así la cadena se vuelve eterna, como la tortura en la que viven.
Sus causas
Quien padece hipocondría teme la enfermedad por el papel desagradable que ocupa el dolor y la muerte en la mayoría de las culturas. Por ello, tienden a obsesionarse con algunos signos que muestra su cuerpo, en muchas ocasiones imperceptibles, desencadenando así la hipocondría. Se ha podido comprobar que en esta enfermedad tiene mucho que ver el ambiente familiar en el que se encuentra el individuo, por lo que es frecuente encontrar varios hipocondríacos bajo el mismo techo.
Esta dolencia suele aparecer en la edad adulta, entre los 30 y los 50 años, aunque también pueden padecerla niños, atemorizados por los miedos de sus progenitores. El perfil del paciente suele ser el de una persona depresiva e insegura de sí misma, que utiliza la excusa de estar enfermo, para llamar la atención de los demás. Este problema mental se intensifica cuando la vida de la persona gira en torno a esos males que cree padecer. Además, puede estar también motivada por alguna afección que se haya padecido previamente, especialmente si ésta ha sido muy dolorosa. Es posible que el paciente asocie esa idea de enfermar como algo muy traumático y se invente los síntomas para no bajar la guardia.
Por otro lado, hay que tener en cuenta la posibilidad de que el hipocondríaco padezca verdaderamente algún trastorno, aunque lo más frecuente es que de existir, no sea muy grave y se tienda a exagerar. Asimismo, hay que señalar que, en ocasiones, el nivel de hipocondría es tan alto que el afectado es capaz de crear verdaderos síntomas orgánicos de la enfermedad por la que se haya obsesionado. Además, el hipocondríaco se caracteriza por no conformarse con un examen médico que le asegure su buen estado de salud, por lo que viven en constante preocupación.
Síntomas más frecuentes
Hay que diferenciar entre la hipocondría y la aprensión, ya que ésta última no afecta a la vida social, laboral y familiar del afectado. Para diagnosticarla es necesario que el paciente presente los síntomas al menos durante seis meses y asegurarse de que no padezca ninguna enfermedad real. Se puede descubrir si una persona es hipocondríaca si se observa en ella la meditación constante sobre los síntomas de una enfermedad, ya sean reales o imaginarios.
En ocasiones, esta obsesión es de tal dimensión que el afectado se puede provocar auténticos síntomas físicos, como la aceleración de los latidos del corazón o disfunciones digestivas. Además, el hipocondríaco examina sus propias funciones biológicas de forma regular e incluso obsesiva. Por ello, se toma el pulso, la temperatura o la tensión arterial, numerosas veces al día, y analiza la cantidad y la composición de los alimentos que va a ingerir.
Pero la preocupación del afectado no sólo hace referencia a aspectos corporales, sino que también implica males físicos menores, como heridas o tos, y a sensaciones físicas, como el sentir cansancio sin una causa justificada. Lo normal es que estos síntomas no pertenezcan a ninguna enfermedad grave real, aunque el enfermo se los atribuye a alguna patología y llega a creer que la padece. Incluso se puede dar el caso de que el paciente se encuentre realmente enfermo, pero sólo preste atención a aquellas señales que le indican la enfermedad que cree padecer, y no se percate de otros indicios.
Tratamiento adecuado
La hipocondría es un trastorno psicológico, por lo que el tratamiento principal consiste en una terapia cognitivo-conductual, que tiene el objetivo de hacer que el paciente pierda ese miedo a estar enfermo. Lo primero que hay que conseguir es que el paciente abandone las visitas constantes a las consultas médicas y a las urgencias hospitalarias y que la salud y la enfermedad no sean un tema habitual de conversación para él. Sin duda, es esencial la colaboración activa de la familia y de su entorno. 05.jpg
Para eliminar el miedo a la enfermedad, se utiliza la desensibilización en la imaginación del paciente de aquellas situaciones temidas, para conseguir la progresiva aceptación de éstas y evitar que el cuerpo sea únicamente una fuente de dolor y angustia para él. Conjuntamente, en algunos casos, se emplean psicofármacos en la fase inicial de la enfermedad para controlar los síntomas ansiosos de la persona afectada.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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