La enfermedad de Cronh
Un trastorno del sistema digestivo
Las molestias que afectan al sistema digestivo están a la orden del día. Cada vez comemos peor, en menos tiempo y con mayor estrés y esto hace que, en ocasiones, el menú del día no nos siente tan bien como esperamos. Aprender a cuidarnos más es lo primero que debemos hacer para reducir las molestias gastrointestinales.
Sin embargo, hay ciertas patologías que igualmente pueden hacer mella en nuestro organismo y ante las cuales es difícil saber actuar para tratar de prevenirlas. Una de ellas es la enfermedad de Crohn, un trastorno crónico que precisa de un cierto control.
El intestino, principal afectado
La enfermedad de Crohn es un trastorno que influye en el funcionamiento del intestino y, por tanto, de buena parte de nuestro sistema digestivo. En palabras del presidente de la Asociación de enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa de España (ACCU), Ildefonso Pérez, esta dolencia “junto con la colitis ulcerosa se engloba dentro de la enfermedad inflamatoria intestinal”.
Precisamente, se hace patente porque se produce una inflamación crónica “que puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo y que cursa con brotes de actividad y con etapas de remisión” en la que los síntomas pueden desaparecer, comenta Pérez.
Esta afección, tal y como indica el doctor, “es más frecuente en los países desarrollados y existe mayor predisposición en ciertas familias, a pesar de no ser una enfermedad hereditaria”. Sin embargo, aún no se conocen las causas que motivan su aparición aunque “se cree que puede estar provocada por la interacción de factores inmunitarios, ambientales y genéticos”, agrega el experto.
Unos síntomas muy molestos
Puesto que afecta al sistema digestivo, los síntomas que se presentan acarrean dolencias en esta parte de nuestro cuerpo. No obstante, éstos “dependerán de la zona que esté afectada y de la extensión”, afirma el especialista. Siguiendo esto, las señales más frecuentes van desde “dolores abdominales, diarrea, estreñimiento a una preocupante pérdida de peso que puede terminar provocando anemia”, añade Ildefonso Pérez.
Todas estas dolencias pueden producir fiebre y, en los niños pequeños, puede ocasionar “retraso en el crecimiento y en la maduración sexual”, sentencian desde la asociación. Asimismo, hay una serie de síntomas que se denominan extraintestinales, ya que afectan a otras partes del organismo. Los más comunes son “las aftas bucales y los problemas articulares, oculares, cutáneos o hepáticos”.
Además de esto, como principales riesgos, pueden darse problemas de estenosis, caracterizada por un estrechamiento del intestino, y de obstrucción del tubo digestivo. También pueden aparecer fístulas, abscesos y enfermedad perianal.
Reducir las molestias
Las molestias que provocan los síntomas son las principales dificultades a las que se enfrentan estos pacientes que ven cómo su calidad de vida puede quedar realmente perjudicada. Por ello, es imprescindible acudir a un especialista para iniciar el tratamiento. Ildefonso Pérez explica que los cuidados son paliativos, es decir, para mejorar los síntomas y que “se personalizan en función de las características de esta afección”.
“Los más habituales son los corticoides, la mesalazina, los inmunosupresores y los tratamientos biológicos”, enumera Pérez. “Cuando los fármacos no son suficientes para controlar los brotes o aparece alguna complicación, se suele utilizar la cirugía”, pero siempre como último recurso, concluye el experto.
Asimismo, seguir los tratamientos establecidos por el especialista, llevar una vida lo más normal posible cuando se esté en remisión, nutrirse adecuadamente e intentar reducir el nivel de estrés, pueden ayudar a sobrellevar la enfermedad lo mejor posible.
Por Clara Sánchez