EntretenimientoVarios

La prevención y tratamiento de la obesidad infantil salvará a los jóvenes y adultos del mañana

Uno de los temas que preocupa de sobremanera a nuestra sociedad es la obesidad, padecimiento metabólico que afecta al mayor número de personas a nivel mundial. Se diagnostica calculando el índice de masa corporal (IMC), dividiendo el peso entre la estatura elevada al cuadrado, y si el resultado obtenido es igual o mayor a 30, la persona es obesa.

Esta enfermedad puede afectar por igual a hombres y mujeres, de cualquier estrato social, económico, académico y grupo étnico. Tampoco respeta a ningún grupo de edad. Lamentablemente, nuestro país lidera en número de niños con obesidad en el mundo. Por lo general, el desarrollo de la obesidad es lento, y la causa de la ganancia de peso se relaciona con una desproporción entre la cantidad total de las calorías ingeridas y las que se gastan por la actividad física.

“En la actualidad, hay diversos factores que influyen de manera importante en la obesificación de los infantes: la inseguridad en las calles; la falta de espacios verdes y centros deportivos de libre acceso; la falta de una cultura de la práctica de deportes; la nula educación en nutrición que se imparte en las escuelas; la inclusión de las madres modernas en la fuerza laboral para incorporar su ingreso a los gastos familiares; la tendencia a la desaparición del desayuno en casa y del refrigerio casero que se llevaba a la escuela; la oferta de comestibles altos en carbohidratos, azucares y grasas en las tiendas escolares; el bombardeo en medios electrónicos y de otros tipos, con publicidad de golosinas de dudoso valor nutritivo, y, muy importante, el arraigo de los hábitos alimentarios de la familia que propician el consumo excesivo de alimentos con muy alto contenido de carbohidratos y grasas y bajo contenido de proteínas”, menciona el Médico Bariatra David Montalvo Castro, Presidente del Colegio Mexicano de Bariatría, A.C.

Prevención y tratamiento

¿Cuáles son las consecuencias que la obesidad deja? De acuerdo con el médico, las principales son de dos tipos: psicológico, que incluyen baja autoestima, bajo rendimiento escolar, alteración de la autoimagen y rechazo social; y las físicas, que implican un aumento del riesgo de desarrollar otras enfermedades como aumento de la presión arterial (hipertensión) y de los niveles de colesterol y otras grasas en sangre, niveles elevados de glucosa y de insulina que suelen conducir a la diabetes mellitus, problemas respiratorios y ortopédicos -como pie plano y lesión de articulaciones-, mayor probabilidad de desarrollar algunos tipos de cáncer, problemas de la piel como estrías, micropene en los varones, quistes en los ovarios en el caso femenino, entre otros. Advierte que a menor edad del niño obeso, mayor es el riesgo de desarrollar las complicaciones mencionadas.

“Las madres deben estar alertas porque la obesidad infantil puede iniciar desde antes del nacimiento. Expliquemos, los hijos de mujeres que cursan con diabetes durante el embarazo, ya sea que desarrollaron diabetes gestacional o que ya eran diabéticas antes de embarazarse, suelen ser niños de tamaño y peso mayor al normal, a expensas de la acumulación de una cantidad excesiva de grasa y tienen muy elevadas probabilidades de mantenerse obesos por el resto de su vida. Pero también están los niños con bajo peso al nacer quienes tienen un riesgo elevado de desarrollar obesidad posteriormente. Es fundamental tener presente que el niño obeso que llega con esa condición a la adolescencia, seguramente será después un adulto obeso”.

¿Podemos prevenir la obesidad? El especialista afirma que sí. Dice que existen dos niveles de prevención que pueden ayudar a frenar el crecimiento de la obesidad infantil: los que se pueden proporcionar en la casa y en la escuela. De sus horas habituales de vigilia, el niño actual pasa en promedio 6 horas diarias en la escuela, 2 horas en transportación casa-escuela y viceversa, y 8 horas en casa, de las cuales de 2 a 3 horas estará con sus padres, y mirará T.V. de 2 a 4 horas cada día.

“La labor de formación e información alimentaria que puedan darle sus maestros será decisiva para el futuro del niño mexicano estándar, y la que aporten sus padres tiende a ser complementaria actualmente, pero el niño aprenderá más de lo que vive, que de lo que escucha. De muy poco servirá que en la escuela se le enseñen conductas higiénicas saludables, si en su casa no se llevan a la práctica. La educación del binomio padres-hijos es fundamental para poder frenar en el futuro el avance de la obesidad”.

Apunta que un niño obeso es un niño enfermo. A un niño enfermo, continúa, hay que atenderlo, no se le debe dejar evolucionar con la ilusión y la esperanza de que se curará él solo cuando crezca, cuando “dé el estirón”. El niño obeso crecerá como un adolescente obeso.

“Recuerde, el niño obeso no es responsable de lo que come ni del peso que haya alcanzado. Un adulto le da de comer en casa, un adulto le da dinero para que compre comestibles en la escuela o en la calle, un adulto autoriza el tipo y presentación de productos de consumo que se expenderán en la tienda escolar, un adulto le pone cada día el ejemplo en la vida real. Se recomienda a los padres que busquen la ayuda profesional que sólo los médicos bariatras pueden ofrecer, pues son los especialistas en el control de peso, que puede indicar la mejor estrategia de tratamiento del niño obeso, y puede contar con el apoyo de otros profesionales de la salud. El tratamiento para la curación definitiva de la obesidad debe estar enfocado al cambio en el estilo de vida, y debe incluir recomendaciones sobre alimentación, actividad física, horas de sueño, etcétera. Es posible que un adulto contemporáneo pertenezca a la primera generación de mexicanos en que los padres entierren a sus hijos. Aún es posible corregir el curso. Es tiempo de actuar”.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar