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Poda de Bonsais

¿Cuándo podar?

A grandes rasgos, y con el debido cuidado, la poda se puede realizar desde la primavera hasta el otoño, siendo el invierno la peor época para la planta. Lo que no quiere decir que no pueda aguantarla si el árbol se encuentra sano; de hecho en una explotación agraria de frutales tampoco es buena idea dedicarse a podar árboles cargados de flor o fruto si se espera obtener una cosecha. Sin embargo un aficionado al bonsai no necesita preocuparse por una buena o mala cosecha así que es preferible podar en el momento más adecuado para la planta y no para nuestra economía.
Es más, tratándose de bonsais de flor y fruto, puede ser interesante impedir que fructifiquen hasta haber completado la formación básica ya que de este modo el árbol no gastará energías “inútiles” fabricando unos frutos que por otro lado no pueden ser reducidos en tamaño.
¿Qué problema presenta la poda en invierno? Pues básicamente que la planta se encuentra en reposo y por tanto la savia encargada de sellar inicialmente la herida circula mucho más lentamente. Un corte importante realizado en pleno invierno dependiendo de la especie puede no cicatrizar completamente hasta la primavera y durante todo ese tiempo es susceptible de infecciones por hongos, bacterias, etc.

Tipos de poda

Poda de formación: Es una poda drástica y fuerte que sólo se realiza una vez, cuando el árbol es joven. Con ella se forma la estructura básica del bonsai dejando las ramas principales, o incluso no dejando ramas en absoluto si se considera que no son aprovechables.
Es un tipo de poda importante para plantas de vivero o recuperadas de la naturaleza que en ocasiones presentan multitud de ramas en lugares poco afortunados. Con bonsais formados desde semilla o pequeños esquejes no suele ser necesaria ya que el proceso de formación básico es algo gradual y suave mientras el plantón se va desarrollando.

Poda de mantenimiento: Es una poda que debe realizarse cada 1 o dos años una vez se han formado las ramas principales. Con ella “pulimos” el conjunto potenciando la aparición de ramas secundarias para obtener la deseada ramificación fina. De este modo no solo conseguimos un resultado espectacular visualmente sino que además logramos que las hojas vayan reduciendo progresivamente su tamaño: El bonsai, cualquier planta en realidad, requiere una determinada superficie foliar para alimentarse, si hay pocas ramas habrá igualmente pocas hojas por lo que estas deberán ser grandes, si por el contrario conseguimos una abundante ramificación secundaria se reducirá la superficie necesaria de cada hoja pues el número de éstas será mucho mayor.

Pinzado: Se llama “pinzado” al tipo de poda especial por el cual despuntamos los nuevos brotes para controlar el crecimiento de cada rama. En buena parte de los casos puede hacerse con los dedos (formando una pinza con el pulgar y el índice, de ahí el nombre imagino) ya que el nuevo brote es muy tierno. Este proceso de pinzado es de suma importancia si queremos mantener una forma más o menos definida en la planta. Hemos de tener en cuenta que una planta JAMAS dejará de crecer, en su periodo activo claro está, y pensar que un bonsai pueda dejar de hacerlo una vez le hayamos dado la forma deseada es utópico. Según la especie, y a pesar de encontrarse en maceta, pueden llegar a formar varas de más de un metro durante la temporada de crecimiento a menos que hagamos algo al respecto.
Como norma general se suele pinzar a dos hojas, es decir cortar el nuevo brote dejando únicamente dos hojas. Este es otro punto importante, hemos de controlar el crecimiento del bonsai, pero nunca detenerlo: eliminar completamente y de forma reiterada las nuevas brotaciones es una de las formas más seguras y eficaces para matar el bonsai. Cada hoja tiene un ciclo de vida, normalmente de un año o dos (incluso en árboles de hoja perenne) después simplemente muere y se cae. Si no hay nuevas hojas para reemplazarla la planta no podrá obtener alimento.

Puntos a tener en cuenta

Un bonsai no es un objeto inmutable, irá creciendo en tamaño con el tiempo.

Al pinzar un brote debemos fijarnos en la dirección de la última hoja del par que dejamos; en su base se encuentra la yema desde la que en cuestión de días la rama volverá a crecer. El nuevo brote seguirá la dirección marcada por dicha yema, cosa que facilita bastante el proceso de formación mediante poda: si no nos convence la dirección de la yema en cuestión podemos podar un poco más largo, dejando por ejemplo 3 hojas en el brote, o más corto manteniendo una única hoja hasta quedarnos con una yema final en la dirección deseada.

Pinzar coníferas, por ejemplo un pino, no deja de ser un proceso bastante similar: hemos de esperar a que comience a alargarse el brote, la vela, y justo cuando las nuevas agujas empiezan a separarse partimos la vela usando los dedos, con cuidado de no dañar las pequeñas hojas, manteniendo un tercio aproximadamente de la longitud del brote. En este caso es recomendable usar las manos ya que si se usan tijeras resulta realmente fácil dañar, o incluso partir, las agujas del brote.

Al pinzar un brote, o podar una rama, hemos de tener muy presente la especie con la que estamos tratando. Hay árboles en los que inevitablemente se seca parte de la rama que hemos podado justo por debajo del corte, por lo que es necesario tomarlo en cuenta y cortar un poco por encima del lugar deseado.

Mediante poda equilibramos la fuerza del crecimiento: Eliminando los brotes más fuertes de la parte alta del árbol al tiempo que cortamos los más débiles situados en las ramas bajas conseguimos un crecimiento más uniforme sin que unas partes se desarrollen en detrimento de otras.

Una rama que crezca directamente hacia arriba es extremadamente vigorosa por lo que conviene eliminarla en la mayor parte de los casos. De igual forma una rama que crezca hacia abajo será muy débil y es mejor podarla.

Conviene que las ramas nazcan en la parte exterior de las curvas, una rama naciendo en el interior suele resultar estéticamente menos agraciada, con un aspecto menos natural, y casi siempre se eliminan. Generalmente también se eliminan ramas que nazcan directamente hacia delante, o hacia el interior del ramaje por las mismas razones estéticas.

Varias ramas naciendo a la misma altura del tronco, o de otra rama, forman una estructura similar a los radios de una rueda de carro que acabará causando un feo abultamiento en esa zona. Es recomendable dejar únicamente dos o tres de dichas ramas como máximo.

Al podar una rama de un cierto grosor es conveniente utilizar una herramienta que deje un hueco algo cóncavo para que cuando el árbol forme el callo cicatrizante al cerrar la herida no quede un feo abultamiento, como sería el caso si el corte se realiza de forma plana.

Si el árbol presenta algún profundo hueco, fruto de una poda mal realizada, o resultado de la putrefacción de una rama muerta, es posible que sea incapaz de cerrarlo completamente. En ese caso puede ser necesario rellenar dicho hueco con alguna sustancia dura, como por ejemplo cemento, sobre la que el árbol podrá apoyarse para cicatrizar.

Ante cualquier herida de tamaño considerable es aconsejable el uso de pasta selladora para evitar posibles infecciones mientras se cierra. Hay multitud de tipos y marcas en los diferentes comercios dedicados a temas de jardinería, o incluso podemos hacernos nuestra propia versión con, por ejemplo, cera.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar

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