TRATAMIENTOS PARA LA DIABETES
La diabetes se caracteriza por una serie de síntomas que, si bien no quiere decir que se padezca, si orientan hacia ella. Estos son las tres P: Polidipsia, Poliuria y Prurito, es decir, sed, orina excesiva y picor. Además habría de añadirse la fatiga y la pérdida de peso, además de una sensación de hambre incrementada. Los efectos de la diabetes a largo plazo sino se controla son: ceguera, cataratas, insuficiencia renal, amputación de miembros, aterosclerosis, malformación en niños recién nacidos e incluso la muerte por coma diabético. De aquí la importancia de la precocidad en la detección de la enfermedad y de su tratamiento.
La utilización de diversos fármacos puede reducir sustancialmente el riesgo a padecer las anteriores complicaciones en la diabetes tipo II. Pero no se reducen los riesgos de hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Por ello, el primer paso es una dieta controlada, a veces lo único necesario, así como un plan adecuado de ejercicios. El arsenal terapéutico está compuesto de sulfonilureas, biguanidas, inhibidores de la alfa-glucosidasa, meglitinidas y las tiazolidindionas.
Las sulfonilureas funcionan estimulando a las células de los islotes de Langerhans para que produzcan más insulina; estas drogas pueden causar, por contra, muy bajos niveles de glucosa en sangre -se considera un nivel normal de glucosa en sangre de 75-110 mg/ml-. Las biguanidas actúan sobre el hígado, principal almacen de glucosa del organismo, para que no la aporte al organismo en grandes cantidades. Sin embargo, en pacientes con problemas renales no se pueden utilizar. Los inhibidores de la alfa-glucosidasa bloquean la encima del mismo nombre, con lo que impiden el correcto metabolismo de los hidratos de carbono y por ello causan una menor asimilación de azúcares en el intestino. Las meglitinidas tienen un efecto parecido al de las sulfonilureas pero actuando de modo diferente. Por último, las tiazolindidionas reducen la resistencia de las células musculares, hepáticas y adiposas a la insulina, provocando un mayor aporte de glucosa a los tejidos rebajando el nivel de glucosa en sangre.
En cuanto al tratamiento de la diabetes tipo I, cabe decir que se están produciendo importantes avances en el tipo de diabetes más difícil. Sabemos que las células T del sistema inmunológico atacan y destruyen las células productoras de insulina del páncreas. En esta destrucción intervienen dos moléculas denominadas GAD y IA-do, presentes en estas últimas. Recientemente, científicos de Corea y EE.UU. han conseguido controlar la aparición de diabetes en ratones modificando la proteína GAD. Este hallazgo abre una vía al poderse trasplantar células beta en el paciente manipuladas genéticamente para no expresar la proteína GAD, o bien, moléculas que bloqueen en los linfocitos T el reconocimiento de ésta.
También se han identificado los principales genes que predisponen a la enfermedad. Los más importantes forman parte del denominado MHC o Complejo Principal de Histocompatibilidad, responsable de la presentación de ciertas moléculas en las membranas celulares que forman algo así como el carnet de identidad de cada individuo. Estas moléculas ´presentan combinaciones únicas en cada persona, y están relacionados, por ejemplo, con los fenómenos de rechazo a los implantes. Algunos de estos genes presentes en el cromosoma 6 están involucrados en la activación de las células T, en concreto los DR3 y DR4, presentes en el 90% de los diabéticos. Por ello, los trasplantes de células beta son la única vía posible hasta el momento para este tipo de diabetes, a la vez que terapia génica. Se ha abierto una nueva vía al emplearse células totipotentes de embrión para producir estas céluals beta, trasplantarlas al páncreas del enfermo y a la vez tratar con inmunomoduladores anti CD-40 para no provocar respuesta inmune.
El gran reto para el próximo siglo será la prevención. Analizar la herencia genética, gran predisponente a la enfermedad, nuevas terapias y tratamientos, y modificar los hábitos que nos llevan a la obesidad y la falta de ejercicio, las armas a nuestra disposición para que, como decía el anuncio, no nos amarge la vida lo más dulce: el azúcar.