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¿Ya conoces la escuela de niños voladores en Veracruz?

Papantla es una tierra de creadores, colores y aromas, un espacio de rescate y fortalecimiento del más puro esplendor de la cultura y entre sus joyas más valiosas se encuentran las legendarias tradiciones de los pueblos indígenas, entre ellas la deslumbrante ceremonia de los voladores de Papantla, tradición de la cultura Totonaca por excelencia.

También conocidos como los hombres pájaro, los voladores son mundialmente famosos por su deslumbrante ritual dancístico en el aire. Desde las alturas que oscilan entre los 25 y 37 metros de alto, cinco hombres voladores suben por un poste y cuatro de ellos descienden con giros en el aire y los brazos extendidos como aves, únicamente sujetados de los pies y la cintura, mientras el quinto integrante llamado “caporal”, realiza una danza y crea música desde las alturas con flautas y tambores artesanales.

Nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, la Ceremonia de los Voladores de Papantla es una de las expresiones ancestrales más populares y emblemáticas del folclor prehispánico mexicano. Para preservar esta maravillosa actividad, el Centro de las Artes Indígenas (CAI), ubicado dentro del Parque Takilhsukut, cuenta desde hace varios años, con la Escuela de Niños Voladores.

Se trata de un espléndido espacio para preservar esta tradición milenaria, en un lugar único que ve nacer a los nuevos soñadores y voladores de los cielos veracruzanos. Y es de esta manera que la Escuela de Niños Voladores recibe cerca de 65 niños y jóvenes cada año y enseña a descubrir y desenvolver su talento, considerado por el pueblo originario como un “don”.

Niños y jóvenes pueden acercarse e inician aprendiendo la lengua totonaca y su cultura y entendiendo el significado del ritual a cargo de experimentados formadores de las nuevas generaciones de los voladores que integran la comunidad Totonaca. Después aprenden del traje tradicional, el amarre, los pasos de danza que se usan desde el inicio hasta el vuelo, que es la parte final de todo el ritual. Al tener totalmente dominados los pasos anteriores inicia su ensayo del vuelo, con alturas de 18 a 20 metros de altura, con toda la seguridad necesaria para aprender a soltarse y danzar como un profesional en el aire.

La etapa final de su proceso de enseñanza es como caporal, la máxima autoridad del grupo nombrada así por representar al sacerdote que lleva el control en el vuelo, ya que es la persona que se queda en la punta máxima del poste y marca el ritmo de la danza con la música. Cada uno de estos increíbles niños se preparan para entender el misterio y la belleza de esta actividad, y valientemente aprenden con destreza todo lo necesario para ser nuevos voladores, portadores orgullosos de las leyendas, tradiciones y supersticiones en torno a esta ceremonia que representa la hermosa región de Papantla.

Sin una noción exacta de la fecha de origen de este ritual se cree que existe desde la época prehispánica y nació debido a que el Totonacapan atravesaba una época de sequía,  por lo que los sabios Totonacas encomendaron a 5 jóvenes castos para honrar a los dioses, de esta forma fueron enviados a busca del árbol más alto del monte para realizar una ceremonia – ya que se cree que desde el punto más alto las oraciones son mejor escuchadas por los dioses– y solicitar benevolencia y lluvia que diera vida a las tierras fértiles. Después de que les trajo fertilidad decidieron convertirlo en un tributo periódico, hoy emblema de una cultura.

La ceremonia inicia desde el momento en que se busca el “palo volador” que será el poste (en la actualidad el poste puede ser metálico, para darle más seguridad a los hombres que realizan el ritual), el cual es seleccionado por la figura del caporal. Después, antes de derribar el árbol se realiza una reverencia conocida como “del perdón” y se señala hacia los cuatro puntos cardinales. El proceso sigue con la limpieza, en donde se deja sin ramas y follaje al árbol; después se coloca en el punto asignado para la ceremonia y en la parte más alta del palo se instala el tecomate (herramienta giratoria que es el punto de apoyo y equilibrio de los voladores) y el cuadro o bastidor en donde se amarran los lazos o cables que sostienen al danzante. Finalmente, el danzante sube a las alturas.

Es importante respetar el número de 5 voladores, ya que uno es el músico que marca los puntos cardinales, iniciando siempre desde el punto donde se origina la vida el oriente. Mientras que el resto de los 4 voladores representan esos puntos, son los personajes que danzaran en el aire, girando 13 veces cada uno, ya que la cifra de 4 x 13 da como resultado 52, número que representa los 52 años del ciclo solar del calendario prehispánico.

Hoy en día la preservación y rescate de nuestras culturas e identidad son importantísimos para reconocer lo que fuimos y lo que somos, y una prueba de estas acciones está en Veracruz en la Escuela de Niños Voladores.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar