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La Manzanilla y su “Santuario de Cocodrilos”: Un estandarte para la protección ambiental en Costalegre

Considerado un sitio Ramsar y una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el Estero La Manzanilla “Santuario de Cocodrilos” es clave en la protección de la vida natural de la costa sur de Jalisco. A través de 190 hectáreas, se protegen tres especies de manglar, poblaciones de aves migratorias y endémicas, y una gran comunidad de cocodrilos de río que reúne en promedio 400 ejemplares de la especie Crocodylus Acutus. Sus acciones de preservación lo han llevado a ser reconocido en congresos, talleres y convenciones tanto a nivel nacional como internacional, gracias a la gran labor dirigida por José Eleazar Martínez, conocido como “Pepedrilo”, que junto con los colaboradores hacen de este sitio una de las paradas obligatorias para visitar en Costalegre. 

El proyecto del Cocodrilario de La Manzanilla surgió con la iniciativa y apoyo de estudiantes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y pobladores que ayudaron en la reconstrucción de La Manzanilla, emblemática por su riqueza natural, después de quedar devastada tras un fuerte sismo que sacudió a Colima y a la costa sur de Jalisco en octubre de 1995. Al ver la laguna que forma parte del estero, los alumnos impulsaron a los pobladores a crear un proyecto que se convertiría en uno de los más importantes de Costalegre.

De la reactivación económica a la investigación científica

“Nos juntamos 26 ejidatarios, empezamos juntos a hacer [el proyecto], posterior realizamos una cooperativa, y comenzamos a trabajar, a hacer paseos en lancha que la misma ITESO nos ayudó a promover y a atraer turismo”, cuenta don Pepe para explicar los orígenes del Cocodrilario. Sin embargo, esta tarea comunitaria que inició en 1996 se vio en riesgo poco después, en 2001, cuando una sequía intensa secó dos de los 3.5 kilómetros que integran la laguna. Muchos cocodrilos perdieron su hábitat, y varios de ellos murieron. Para don Pepe y los ejidatarios, conservar el entorno se convirtió en una tarea importante. 

Personal de SEMARNAT, de CONABIO, entre otras instituciones, arribaron a La Manzanilla para conocer el estatus de la región. Reconocieron el esfuerzo que se estaba haciendo, aunque acotaron que eran acciones fuera de la ley. Don Pepe narra que, con la sugerencia de investigadores de SEMARNAT, decidieron transformarse en una UMA, no sin antes consolidarse bajo la figura de ejido. Sería en 2008 cuando llegó el registro de la UMA con el ejido como responsable legal, y dos años después, se mejoró la infraestructura y el Cocodrilario abrió sus puertas al público con un boleto que costaba un peso. Para su encargado, fue un gran proceso: “Nosotros iniciamos para reactivar nuestra economía y terminamos en la conservación y protección de todo el hábitat, que va de la mano. Actualmente tenemos la oportunidad de que estudiantes vengan a hacer investigaciones científicas, y nosotros nos convertimos, yo en especial, en investigadores rurales”. 

Un santuario que impulsa el respeto a la naturaleza

Además del impacto ecológico y ambiental que supuso crear el Cocodrilario después de los desastres naturales ocurridos en La Manzanilla, este sitio es un santuario dedicado a la protección del medio ambiente, la investigación y la concientización para proteger la zona frente a fenómenos como la caza de cocodrilos y la tala del árbol Mangle. En coordinación con otras dependencias, se han impartido charlas en torno al trabajo impulsado por don Pepe y el grupo de colaboradores. Con niñas y niños, se han realizado eventos como la conmemoración del Día Nacional del Cocodrilo el 23 de agosto.

En sus instalaciones, puedes conocer las profundidades del estero a través de senderos y puentes de madera en los que se puede avistar la población de cocodrilos y el hábitat que los rodea. Durante el paseo, existen diversos guías (en su mayoría estudiantes que prestan su servicio social) que te explican sobre el cuidado y preservación de una de las especies más temidas por el humano, pero también de las más encantadoras. De noviembre a marzo o en vacaciones de verano, existen paseos seguros en lancha por el estero a través de un circuito que dura entre 25 a 30 minutos aproximadamente. Otro guía te acompaña en el recorrido y ofrece información sobre la riqueza natural del sitio. No sólo se puede pasear en estas fechas; si hay una solicitud, se puede realizar en otro momento del año. Sin embargo, en los meses de estiaje y por la poca presencia de lluvias, el estero puede llegar a secarse, lo que provoca que la ruta en lancha pueda ser más corta. Es preferible hacerlo en invierno o verano porque también se cruza con el avistamiento de aves que llegan a la región. 

Otros de los atractivos que hallarás es la sala de museo donde se explica la historia del ejido, la biología y taxonomía del cocodrilo, además de la maquetación de nidos de cocodrilos con huevos reales, una colección osteológica de cráneos y esqueletos de esta especie, fotografías y el esqueleto de una ballena azul de 16 metros. Próximamente, se proyecta concluir la sala audiovisual para exhibir documentales sobre el propio sitio, como Pepedrilo (2021), una emotiva semblanza sobre Don Pepe y su trabajo, dirigido por Víctor Cartas Valdivia y producido por el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara.

Hacia el final del recorrido, tendrás la oportunidad de acceder al corral de incubación para “ayudar a la repoblación y rehabilitación de cocodrilos porque no todo el huevo se incuba y hay demasiado depredador”, cuenta don Pepe, quien en su labor como investigador viaja a las zonas de anidación de la laguna a extraer los huevos y volverlos a sembrar y enterrar en este corral para esperar a que nazcan las crías en 90 días de incubación, en promedio. Es un proceso que se puede atestiguar y al que te puedes acercar para conocer más sobre el nacimiento y los primeros pasos de un cocodrilo, en una labor imprescindible como la que realiza este asombroso lugar que ha recibido hasta 45,000 visitantes anuales con precios accesibles. La entrada general es de $50.00 M.N. con descuentos para estudiantes, personas de la tercera edad e infancias. 

Sin duda, el Cocodrilario de La Manzanilla es el resultado de un esfuerzo comunitario orientado a la preservación de uno de los hábitats más importantes en Jalisco y en nuestro país. Gracias a los esfuerzos de Don Pepe y de los ejidatarios, se ha podido proteger parte de la riqueza natural de la región de Costalegre, integrada por cocodrilos, aves y manglares que son parte de la identidad de una paradisiaca playa como La Manzanilla. Si quieres conocer de cerca a una de las especies más atractivas del planeta, el Cocodrilario es, sin duda, uno de los mejores sitios para realizarlo, liderado por la enorme labor de Pepedrilo y el grupo que ha hecho de este sitio uno de los estandartes de protección natural en Jalisco. 

En el siguiente enlace podrás ver el documental Pepedrilo, realizado con el apoyo de la Universidad de Guadalajara y Cobrafilms: https://www.youtube.com/watch?v=HhZK59zLlWs

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar