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San Sebastián del Oeste, el pueblo minero atrapado en el tiempo 

San Sebastián del Oeste en el estado de Jalisco, es un hermoso pueblo de origen minero atrapado en el tiempo. Integrante de la prestigiosa lista de Pueblos Mágicos de esta entidad, este destino tiene mucho que ofrecer, ya que visitarlo es como volver al pasado: sus iglesias, haciendas y antiguas minas son testigo de ello. 

Ubicado al borde de la Sierra Madre Occidental y a poco más de una hora de Puerto Vallarta; San Sebastián de Oeste vivió su apogeo durante la Colonia, cuando tuvo más de 20 mil habitantes. Por casi dos siglos, la actividad comercial principal fue la minería, pero desafortunadamente, el cierre de minas durante el siglo XIX provocó que muchos de sus habitantes decidieran migrar para buscar suerte en otros pueblos y estados.

La Mina Santa Gertrudis fue una de las más productivas de este pueblo, ya que en pleno apogeo la extracción de plata benefició a la Hacienda Jalisco, lugar que hoy funge como museo. Este sitio es sin duda un imperdible del Pueblo Mágico, ya que para explorarla hay que descender a una profundidad de casi 60 metros en línea recta. Una vez abajo, la altura es de 1.8 metros y el  ancho de 1.70 metros, reduciendo su tamaño hasta llegar al final.

A pesar de que este pueblo ya no depende de la minería, sus habitantes se ocupan de mantener viva su historia, ya que actualmente se pueden visitar los vestigios de este lugar.

A su vez, San Sebastián del Oeste tiene el privilegio de estar rodeado por árboles frutales, pinos y encinos que se refugian en una tenue niebla que se extingue lentamente cada mañana con los rayos del sol, mismos que iluminan las casonas, ex haciendas y las decenas de hogares con techos de teja en todo el pueblo. 

Otro atractivo es el mirador natural en la punta del Cerro de la Bufa, sitio ubicado en una montaña que sobrepasa los 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar y ofrece maravillosos paisajes de todo el entorno que lo rodea. Lo mejor de todo son las vistas panorámicas de 360° a toda la sierra y los atardeceres que impactan por su inexplicable belleza.

Estando más cerca del suelo, en el cuadro principal del pueblo está la Plaza Principal, que data de 1774 y que fue construida con el objetivo de dar a conocer documentos históricos durante el siglo XIX. Actualmente se utiliza como centro de recreación para los pobladores y es un excelente lugar para pasar un rato agradable y en perfecta armonía con el ambiente.

Para completar la visita a este Pueblo Mágico, hay más sitios de interés imperdibles como el Arroyo Los Reyes, el Camino a la Escondida, la Casa Museo Doña Conchita, la Finca La Quinta y Hacienda Esperanza de la Galera, así como la Posada del Sol, el Rancho Ecoturístico Potrero de Mulas y el Templo de San Sebastián, entre otros más.

Estamos seguros que después de recorrer este destino,  seguro se abre el apetito, y no hay nada de qué preocuparse pues en este Pueblo Mágico existe una variada oferta gastronómica, desde la tradicional comida mexicana hasta diferentes propuestas internacionales.

Te recomendamos probar la birria, las enchiladas, el pozole, los tamales y las tostadas. En cuanto a las bebidas, algunas excelentes opciones son el atole, el ponche y la raicilla que se produce a los alrededores. También es indispensable conocer la arraigada tradición cafetalera de este pueblo. 

Su riquísimo café de altura 100 por ciento orgánico es muy querido por sus habitantes y reconocido por los visitantes que desean consentir su paladar con los granos que se cultivan y cosechan en las fincas cafetaleras ubicadas en este pueblo.  La mejor manera de probar el delicioso y aromático sabor de los granos que aquí se producen es visitar los pequeños establecimientos locales que lo comercializan, muchos de ellos atendidos por familias enteras que generación tras generación han promovido esta amada bebida. Y como sabemos que siempre hay espacio para postre, las cajetas de sabores y los rollos de frutas son ideales para consentir tu lado dulcero. 

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar