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¿Por qué disfrutamos tanto comer? Los sentidos tienen la respuesta

Sensaciones hay muchas, pero comer es sin duda, una de las cosas más placenteras de la vida. Dar un solo bocado a tu postre favorito o saborear tus papas fritas Sabritas, te llena de emociones: felicidad, bienestar y alegría absoluta. Es más, piensa en esa escena en Ratatouille (2007) cuando el crítico Anton Ego prueba el platillo que lo regresa a su infancia. 

Lo cierto es que cada uno de los cinco sentidos son importantes para decodificar información sobre el entorno y responder a ello, pero ninguno se disfruta tanto como el gusto, ya que está vinculado con los otros. Empecemos por el principio, el gusto inicia mucho antes de que nos llevemos algo a la boca. 

En primer lugar, el tacto es uno de los principales cómplices del gusto. Imagina que sostienes una de las papas que sacaste de una bolsa de Sabritas, ¿qué sientes en la mano? Puedes percibir la textura, el grosor o la finura, desde ahí ya sabrás que será una merienda crujiente en la boca. El tacto traduce la forma de los alimentos al contacto con la lengua, el paladar y la dentadura, ya sean suaves, duras, lisas o ásperas.

El olfato es básicamente la mano derecha del gusto. Pamela Dalton, científica quimiosensorial del Monell Chemical Senses Center, explica que ​ hasta el 80% de lo que sentimos cuando comemos son estímulos olfativos. La ubicación de la boca, justo debajo de la nariz, hace que los sistemas olfativo y gustativo estén estrechamente interrelacionados. Además, los conductos nasales y el esófago también están conectados, por eso tenemos esa habilidad de degustar a través del olor. 

Puede que el olfato y el tacto sean los sentidos más obvios cuando se trata de comer, entonces ¿qué pasa con los otros? Todos saben que la presentación de los alimentos influye también. La estética e imagen que tengamos de la comida es parte importante de la experiencia gastronómica, debido a que “comemos con los ojos”. La vista nos avisa si algo parece apetecible o no, incluso antes que el olfato. 

Los sonidos también cuentan cuando se prueba algo delicioso. Un gran ejemplo es lo que pasa en los restaurantes Manresa en California y el Alinea en Illinois. Los chefs de estos establecimientos quisieron aprovechar la acústica y utilizar el oído a su favor. Cuando sirven comida lo hacen con cierto tipo de música diferente para mejorar el estado de ánimo de los clientes. Esto hace que dependiendo del platillo y de la canción, las personas disfruten de los contrastes de sabor en su mente y no sólo en su paladar. 

Finalmente, en el libro The Art Of Flavor (2017) del chef profesional Daniel Patterson menciona que el sabor es una combinación de todas las sensaciones que puede disfrutar el cerebro. Por ello, la próxima vez que comas algo, recuerda concentrarte en utilizar todos tus sentidos y verás cómo impactan en una mejor experiencia. Bon Appétit

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar