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LA MUJER DE TUS SUEÑOS INSTRUCCIONES PARA ENAMORARLA (FABIO FUSARO Y BOBBY VENTURA) – Y vos sin darte cuenta

Viste que a los trece, catorce, quince, no te fijás tanto si está buena o si tiene buenas gomas o linda cara. Las prioridades del adolescente que recién comienza con la saga de noviazgos que desarrollará durante toda su carrera amatoria, parecen ser otras. ¿Colocarla? Quizá. ¿Levantarse a alguien por el solo hecho? Quizá. ¿Dar comienzo efectivo a esa saga? Quizá. ¿Buscar el segundo desahogo posible para su torrente hormonal? Quizá. ¿Amor? Quizá.
El tema es que algo pasa para que anden por ahí, refregándose con tanto bicho.
Es muy probable que sea el más puro de los sentimientos, así tan simple como suena. Sí. El amor debe ser la explicación a tanta parejita despareja armada a tan temprana edad.
El caso es que Marcela no era un bichito ni mucho menos, pero no tenía nada que me atrajera físicamente; salvo una cara bonita, compuesta por unos magníficos ojos azules. Pero en algún momento me fijé en ella. Lo recuerdo perfectamente: era una tarde de sábado. Estábamos todo los de la barra boludenando. Marcela se me acercó, me dijo algo y se alejó. Su mirada fue tan intensa y su tono fue tan dulce, que es el día de hoy que no puedo acordarme de eso sin recordar en absoluto qué me dijo. Me di vuelta hacia Gloria, que estaba a mi lado en ese momento, y le dije: -Me parece que esta chica está enamorada de mí.
-Hace seis meses que está enamorada de vos y no te avivaste; y como no le das bola, hoy cuando se le tire Alejando le va a decir que sí –conestó Gloria.
Si estás esperando la “Gran Hollywood”, en donde yo salgo corriendo en ese momento tras Marcela, la tomo de los hombros y le zampo un beso a lo Clark Gable, cagaste. Yo tendría catorce años, pero sabía muy bien que si algún amigo la había marcado antes, tendría que esperar mi turno nuevamente.
Pero detengámonos en lo interesante: seis meses de enamoramiento de Marcela hacia mí y yo sin darme cuenta.
¿Cuántas veces decimos esa frase? “Y yo sin darme cuenta…”
La falta de percepción es un denominador común en la gente. Una verdadera lástima, dado que ser perceptivo es una fuente de inagotables recursos para conquistarla.
Yo creo que la percepción es algo inherente al ser humano, que todos tenemos despierto en mayor o menor grado y que se puede ejercitar y desarrollar en beneficio de uno, y de ella, dado que la resultante de nuestras percepciones son acciones que normalmente logran hacerla sentir de maravillas.
Para desarrollar un alto grado de percepción hay que dejar que el instinto trabaje por sobre la razón y luego complementarlo con la misma.
Mirala a los ojos, para conocer sus verdades.
Abrí bien los ojos, para conocer su mundo.
Escuchala más de lo que le hablás, para conocer sus deseos e inquietudes.
En síntesis: prestale atención, interesate profundamente, tenela en cuenta.
Todo eso es muy instintivo, está relacionado con los sentimientos y por lo tanto, puede trabajarse si uno no está acostumbrado a hacerlo naturalmente. Es algo que se ejercita con rutina, paciencia y voluntad.
Luego hay que darle un apoyo racional. Unir todos esos datos que registran los sentidos en un razonamiento acerca del otro.
Por ejemplo: si usa todo el día una remera con la cara del Che Guevara, lo más probable es que no frecuente mucho los desfiles de moda de Laurencia Adot. Ahora, bien: esto es solo un dato. Por ahí te cruzaste con una cosmopolita. Entonces, un dato solo no basta. Tenés que recoger más, antes de elaborar una conclusión y una estrategia de acercamiento.
La mayoría de los tipos se queda con que la remera del Che la hace unas gomas fabulosas y muy pocos le suman a eso si la cara del Che significa algo o si ella no sabe quién fue.
Si vos, en cambio, vas sumando datos chiquitos como ese, en muy poco tiempo podés saber mucho de ella. Esa información te va a ser muy útil.
Primero, porque vas a poder, como ya dijimos, elaborar una estrategia de acercamiento más efectiva.
Segundo, porque vas a poder evaluar la compatibilidad de caracteres antes de comprometerte afectivamente. Vas a conocer más su mundo, saber si te gusta y seguramente, vas aprender cosas nuevas.
Y lo mejor: a ella le va a encantar que vos estés pendiente de ella como nadie. Que vos permanentemente la sorprendas con algo que le gusta. Le vas a hacer bien. Las sorpresas gratas hacen bien.
Mercedes tenía la mejor cara que cualquier mujer pudiese tener y un cuerpo que acompañaba. Podías detenerte en los ojos y nunca mirarle el cuerpo, aunque si bajabas un poco la mirada, lo que ibas a encontrar era también muy interesante. Era una de esas chicas con las que entrás a algún lugar y no para de mirarte todo el mundo. Era igual que Brook Shields cuando hizo “Pretty Baby”; sólo que en vez de doce, Mercedes tenía diecinueve años.
Estudiaba psicología o filosofía, no me acuerdo. Lo que recuerdo bien era que la segunda vez que salimos, charlando sobre los estudios, me comentó que estaba medio embolada porque tenía que hacer una monografía para la facultad sobre el amor platónico y entregarla al mes siguiente y le parecía una real pérdida de tiempo.
Aún no nos habíamos besado y la señorita estaba de novia, con lo cual, el tema venía medio dilatado. Pero era tan linda, que valía la pena seguir. Valía la pena hacer casi cualquier cosa. Como por ejemplo, aparecerme a la semana siguiente con la monografía escrita.
¡Vieras la cara!
Me había tomado unos años, pero desde lo de Marcela hasta acá, había aprendido el supremo valor de escuchar, abrir los ojos, observar, pensar, percibir, callar y hacer.
Y no sólo besé durante bastante tiempo a la Brook Shields argentina, sino que además aprendí que el amor platónico no es lo que todo el mundo cree (si querés saber qué es realmente, comenzá a ejercitar tu observación ahora mismo: abrí un diccionario y buscá “Platón”).

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar